Tras la conmoción mundial por el fallecimiento del Papa Francisco el pasado 21 de abril a los 88 años, el Vaticano confirmó que el próximo 7 de mayo se dará inicio al cónclave que determinará quién será el próximo líder de la Iglesia Católica.
Francisco, quien había enfrentado delicados problemas de salud en sus últimos meses, fue velado en la Basílica de San Pedro, donde miles de fieles se acercaron a darle el último adiós antes de su sepultura en la Basílica de Santa María la Mayor.
Ahora, la atención se centra en el solemne cónclave: la reunión secreta de cardenales menores de 80 años, quienes se encerrarán en la histórica Capilla Sixtina para elegir al nuevo Pontífice. El proceso, cargado de tradición y simbolismo, sigue reglas estrictas: la elección requiere el acuerdo de al menos dos tercios de los presentes, y el resultado se anuncia al mundo a través de las clásicas fumatas: humo blanco si hay un nuevo Papa, humo negro si todavía no se ha logrado consenso.
Una vez elegido, el cardenal deberá aceptar el cargo y escoger su nombre papal. Luego, desde el icónico balcón de la Basílica de San Pedro, pronunciará su primer mensaje y bendecirá a los fieles que aguardan expectantes en la Plaza.
Mientras la Iglesia y millones de católicos alrededor del mundo se preparan para este momento histórico, la incertidumbre crece: ¿quién será el próximo en guiar a la Iglesia en tiempos de profundos cambios y desafíos?
